Esfuerzo no es igual a éxito
Ayer fue una tarde agradable, di una charla en The Core School sobre cómo desarrollar narrativas memorables de marca. En un contexto donde las marcas ya no compiten solamente con otras marcas sino con cualquiera que produzca y publique contenido.
Coincidí con compañeros del sector y la conexión con el mundo académico me recordó lo diferente que es el éxito cuando estudias de lo que es el éxito en los negocios.
El sacrosanto esfuerzo
Nuestros padres procuraron inculcarnos la “cultura del esfuerzo” como una ciencia exacta: tal esfuerzo inviertes en una tarea, tales frutos obtienes.
Lo hicieron para motivarnos pero nos mintieron: la experiencia empresarial nos dice que no es una ciencia exacta: la supervivencia y rentabilidad de las empresas dependen de otras variables.
Cuando una empresa fracasa, solemos echar la culpa a factores externos (la competencia, los cambiantes gustos del consumidor, los ciclos económicos…) y sin embargo la mayor parte de las quiebras son consecuencia de la incapacidad del empresario para priorizar aquellos ámbitos de los que depende su supervivencia.
En su libro más fascinante: “Why smart executives fail”, Sidney Filkenstein nos cuenta los resultados de su encuesta a 200 ejecutivos que sufrieron fracasos empresariales. Y las causas de las quiebras siempre están dentro. En un elevadísimo porcentaje tienen que ver con el ego del líder y su incapacidad para ser flexible, para confiar y para delegar. Este libro me inspiró a escribir “Tiempo de reconstruirte”.
Es más, cuanto más responsable eres, más peligro de cagarla: crees que extenuándote en todo tipo de tareas técnicas vas a sentir que el camino es el correcto. Cuando realmente acumular tareas técnicas que deberías delegar en otros, te impide disponer del tiempo y la objetividad necesarias para pilotar la nave.
Si quieres ver la reflexión completa, hablé sobre este problema en el Congreso “Mentes Brillantes”:
La clave en una palabra: flexibilidad
Ser empresario es difícil y tortuoso. No hay un examen al que debas presentarte en un día concreto y si lo apruebas, todo ha terminado…
Ser empresario no es una carrera al sprint con un fin concreto, sino un maratón que corres todos los días.
Y en el maratón debes adaptarte a los sucesos inesperados que ocurren en carrera: debes ser flexible. Flexibilidad en el ámbito del emprendimiento son tres cosas:
- Humildad para cambiar de dirección cuando has tomado el rumbo equivocado.
- Capacidad para sumar con todas las personas que tienes alrededor (clientes, proveedores y equipo), cediendo cuando es necesario.
- Y también flexibilidad mental para no necesitar siempre la validación ajena. Y por supuesto para no autoflagelarte cuando necesitas tomar una decisión difícil. Simplemente hacer lo que necesitas hacer en cada momento. Una mente débil o negativa es una mala aliada para un empresario.
Saludos a todxs.