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La pregunta: ¿cómo dejar un trabajo que no te hace feliz?
A todos nos ha sucedido en alguna ocasión. Si estás en los cuarenta, seguramente varias.
Si echas la vista atrás, reconocerás momentos de tu carrera en los que, por muchas mañanas consecutivas, te ponías en pie con pesadumbre sabiendo que no querías dedicarte a lo que ibas a dedicarte ese día. Tal vez ni siquiera necesitas echar la vista atrás porque te está sucediendo hoy: ¿cómo dejar un trabajo que no te satisface?, ¿cuándo es buen momento?
Steve Jobs lo apuntaba con la lucidez de un genio en su conocida charla de Stanford: la certeza de que nuestro tiempo de vida es limitado es la inspiración perfecta para ser exigentes en este punto. ¿De verdad quieres que pasen los días cuando no disfrutas con lo que haces en el transcurso de los mismos?
Si no la has escuchado nunca, te invito a hacerlo ahora.
¿Has llegado ya a tu abismo?
Poco después de cerrar mi primera empresa en 2008 me encontré con un pequeño libro titulado «El Abismo», obra de Seth Godin, un autor superventas del marketing y el emprendimiento que te recomiendo.
¿Su tesis principal?: la vida son decisiones.
Es cierto que algunos de nosotros somos más curiosos/as y por tanto proclives a cambiar de rumbo en lo profesional o en lo personal. Pero el punto en común es que siempre, siempre, existen períodos de lucha. Donde se genera un abismo entre lo que estamos viviendo y lo que deseamos vivir.
La filosofía oriental, tan celebrada en occidente desde hace un par de décadas, nos diría que en esos momentos de lucha procede fluir, aceptar, adaptarnos a las inevitables obstáculos que cualquier proyecto conlleva. Si tu jefe es un impresentable, sobrellévalo. Si tus tareas son tediosas, sopórtalas. Si no ves desarrollo a futuro para ti, adáptate para crear ese desarrollo…
Y sin embargo Godin apunta que si lo que estás haciendo no te hace feliz, es tal vez porque no encaja con tu vocación, con tu talento, con lo de que sincera y serenamente piensas que estás llamado a hacer.
Godin menciona en su libro la ley de Zipf, que es un hallazgo empírico sobre la estructura de los idiomas, pero que puede aplicarse también al ámbito profesional:
«El segundo elemento se repetirá aproximadamente con una frecuencia de 1/2 de la del primero, el tercer elemento con una frecuencia de 1/3 del primero y así sucesivamente.»
Esto es, como reza la célebre canción setentera de ABBA, «winner takes it all«. Si tu trabajo no saca lo mejor de ti, si sientes que no encajas en él, según esta ley es improbable que destaques en tu carrera. Y sucederá con toda probabilidad que las flores se las llevarán otros/as.
Si ese es tu caso, puede que haya llegado el momento de buscar otro camino. Si has llegado a los 40 o más, no veo el impedimento.
La reflexión sobre cómo dejar un trabajo es la misma.
Hacer mudanza en tiempos de desolación
Se atribuye a Ignacio de Loyola esta frase: «en tiempos de desolación, no hagas mudanza«.
En otras palabras, cuando lo estás pasando mal, de algún modo tu capacidad de decisión se ve turbada por ese malestar. Es preferible no moverte de donde estás y esperar a tiempos de mayor claridad para decidir.
Mis preguntas a San Ignacio (si realmente dijo esto) serían:
- ¿Cuánto tiempo has de esperar (mientras lo estás pasando mal) hasta alcanzar ese punto de iluminación donde sí puedes decidir?
- ¿Cuánto daño va a hacerte el seguir crispado día sí y día también, esperando que la curación a tus males se produzca por sí sola?
- Y como pregunta Steve Jobs: ¿realmente quieres seguir adelante con eso que vas a hacer hoy?
3 pistas para dejar tu trabajo sin estrés
Este post no es un alegato al abandono irresponsable de tu puesto de trabajo. Nada más lejos de mi intención. Si de algo he estado cerca en mis ya 30 años de carrera es del celo profesional. Llevado al extremo…
Pero nada (insisto NADA) justifica que permanezcas en una situación de estrés (y tal vez hasta sufrimiento) sine die.
Nada.
Porque tienes algo que proteger y que es mucho más valioso que tu trabajo: tu tiempo de vida.
En ánimo de compartir mi experiencia contigo, hay 3 pistas que puedo darte de por qué en los años 2020 dejar un trabajo, tal vez incluso sin enlazar con otro, puede no ser esa película de terror que a veces tememos:
- En primer lugar, la Psicología ha demostrado que, ante un punto de inflexión, quienes toman una decisión, incluso si más tarde se revela como una mala decisión, son más felices que quienes se vieron paralizados por el miedo. No dejes que te ocurra como al asno de la célebre historia que se atribuye al teólogo Jean Buridan. Y que murió de hambre al no decidirse entre el cubo de cebada o el de avena que tenía delante. La indecisión nos mata por un motivo: porque nunca llegaremos a saber qué habría sucedido de haber actuado.
- En segundo lugar, como cuento en mi último libro, Tiempo de Reconstruirte, no estás solo. Cerca de un 20% de los trabajadores son empresarios autónomos sin empleados a su cargo. Y te aseguro que no todos han heredado un millonario negocio familiar ni se dedican a esa actividad porque no tengan más remedio. Una gran parte son personas con inquietudes, como tú, que han decidido tomar su propio camino.
- En tercer lugar, desde 2008 llevamos asistiendo a una sucesión de crisis que parecen solaparse sin devolvernos nunca a la bonanza. En Europa ni siquiera los funcionarios gozan de total seguridad: sólo un 10% de ellos ocupan puestos para toda la vida. Y según una reciente encuesta de Adecco, los Millenials permanecen en un puesto de trabajo una media de solo tres años. Conclusión: los trabajos vitalicios ya no existen. ¿Es real esa seguridad laboral que quieres preservar a toda costa?
Por lo tanto escoge.
Avena o cebada.
Estrés o ilusión.
Saludos a todos/as.