Tu titulación no te asegura un futuro próspero. Tu actitud sí.

Ojeando los periódicos un domingo por la mañana me encuentro con una decepcionante entrevista a un ingeniero recién licenciado.  Que dice las mismas cosas que oigo de otros muchos a quienes doy clase.  Argumenta que haber estudiado ingeniería de algún modo le hace acreedor de una recompensa en forma de trabajo estable y bien remunerado.

Curiosa afirmación.  ¿Tal vez alguien le prometió eso cuando se matriculó en Ingeniería?  ¿En base a qué un ingeniero merece más salario o estabilidad que un emprendedor que tal vez no haya pasado por la Universidad? ¿O un actor? ¿O un escritor?

Por mi parte, llevo trabajando desde mediados de los 90 y nunca he creído merecer nada semejante.  ¿Me he estado perdiendo algo durante estas dos décadas?

 

 

«Soy ingeniero y merezco un trabajo estable y bien pagado»

La confusión radica en que pensamos que conseguir un trabajo es un fin en sí mismo.

No lo es.

Cuando consigues tu primer trabajo lo que haces es iniciar un camino que te irá tanto mejor cuanto más capaz seas de desprenderte de tu apego a la gratificación inmediata: salario, coche, móvil de empresa…

Todo eso llegará si orientas el rumbo a disfrutar con lo que haces.  Disfrutando en tu trabajo, no te costará echarle horas, ni cuestionar cómo se hacen las cosas en tu profesión, algo muy necesario para aportar valor en lo que haces.  En definitiva, llegarás sin duda a convertirte en un experto muy valorado en tu ámbito.

Volviendo a nuestro ingeniero, en la entrevista afirma que rechazó una beca de 600 euros porque le parecía «mendigar».  Una beca de 600 euros tal vez no hable bien del empresario que se la ofreció.  Pero que seas tan soberbio como para no encajar las críticas que pueden hacerte en una de tus primeras entrevistas de trabajo, tampoco le deja a él en muy buen lugar.

No conozco personalmente a este chico, pero si le tuviese delante, intentaría darle un único consejo: no es tu título sino tu actitud, lo que te va a permitir llegar lejos en tu profesión.

Un título universitario hoy en día es un commodity.  Que no te distinguirá de muchos miles de licenciados universitarios.  En nada…

Mientras que una actitud de curiosidad, de sana ambición (importante lo de «sana»; la ambición desmedida es un caballo desbocado que te puede tirar al suelo y pisotear después) y de sacrificio te convertirá en una rara avis.  Que te distinguirá de la masa tanto si trabajas por cuenta ajena como si te haces empresario.

 

 

«Soy una estrella mundial y sé que sin actitud no hay mañana»

Hace unos días vimos a Antonio Banderas en El Hormiguero.  Dijo algo políticamente incorrecto y que probablemente habría derivado en una catarata de comentarios negativos si estas palabras las hubiese pronunciando un político en lugar de nuestro actor más internacional.

«En Andalucía un 75% de los Licenciados quieren ser funcionarios.  En Estados Unidos, un 75% quieren ser empresarios y luchar por labrarse su propio camino.»

Este es el mismo actor que, en la cumbre de su éxito, ha decidido emprender en el sector de la moda.  Y en lugar de quedarse en su mansión y hacer que otros trabajen por él para terminar poniéndole su logo a las colecciones, lleva meses cursando estudios en el colegio de Moda Central St Martins de Londres para conocer los rudimentos de la profesión.  Estudiando, pinchándose los dedos con agujas y manchándose de tinta.

¿Tiene o no credibilidad Banderas para merecer que escuchemos lo que tiene que decir?

https://www.facebook.com/alfonso.sanchez.butron/videos/10154253836962240/

 

Esta es la realidad: nadie va a venir a buscarnos con un trabajo estable y bien remunerado.  Por mucho que lo esperemos.  Ni siquiera la función pública va a ser en el futuro el destino seguro que ese 75% de licenciados andaluces ansía.

En mi libro «Game Over» abordé la dolorosa experiencia de cerrar mi primera empresa.  Y puedo entender perfectamente el comentario de Banderas cuando afirma que «no existe el fracaso absoluto», que en el camino está el reto y que hay que seguir intentándolo.

Sir Richard Branson, dueño de una de las aerolíneas más exitosas del mundo (Virgin Airlines), de un banco rentable (Virgin Money) una empresa de investigación aerospacial (Virgin Space) y decenas más,  es también conocido por sus notorios batacazos (recordaréis Virgin Cola, Virgin Records o Virgin Trains entre los más sonados).  Y también sabe lo que dice cuando afirma:  «entre el éxito y el fracaso hay una línea muy fina».

Cumplir religiosamente con los requisitos académicos de una Universidad y conseguir un título, ni es un logro especialmente estimable, ni nos hace merecedores de nada.  Como le sucede a Banderas, tampoco encaja en mi concepto de éxito.

Nuestras carreras como profesionales son un camino, no un objetivo en sí mismo.  Un camino repleto de obstáculos donde se alternan caídas con premios, tal vez despidos o quiebras, con satisfactorios fichajes o éxitos comerciales.

En un mercado laboral en plena revolución, no tener esto claro augura grandes frustraciones en el futuro.

Saludos a todos.