Una idea que atesoras sin llevarla a la ejecución no tiene ningún valor. El mundo de la empresa está lleno de ejemplos de marcas que triunfaron por su calidad en la ejecución, no por el valor de sus ideas.
Crisis: depresión o punto de inflexión
Observo alrededor que mientras muchos se fustigan con el cilicio de la prima de riesgo, algunos perciben que en un momento como el actual las necesidades de los consumidores se están reconfigurando permanentemente.
Y precisamente por ello, emergen nuevas oportunidades para acometer proyectos empresariales innovadores.
Quizá estés manoseando una idea "infalible" de negocio
Piensas que esa idea que has tenido no puede ir mal bajo ningún concepto. Que debes salvaguardarla de miradas indiscretas hasta que encuentres el momento oportuno para ponerla en práctica.
Me temo que debo compartir mi experiencia contigo y decirte que tu idea no vale nada… hasta que la pongas en práctica.
Veamos: crear algo completamente nuevo es casi imposible. Todo, o casi todo, está ya inventado. Vivimos en un mundo sobresaturado de oferta:
- Entramos en un hipermercado y encontramos más de 60.000 referencias distintas. Si quisiéramos hacer “la compra perfecta” y dedicar un solo minuto a cada una de ellas, habríamos de pasar ¡más de 40 días en el hiper!. Sin embargo, la estancia promedio en un hipermercado es de 55 minutos. ¿Qué hacemos?
- Nos levantamos de la cama un día cualquiera y nos enfrentamos a 5.000 impactos publicitarios.
- La saturación va a más: cada año se lanzan más de tres mil nuevas marcas, que se suman a la saturación. Según una prestigiosa consultora estadounidense, casi el 90% de estas marcas están no aportan nada nuevo al mercado.
- Los mercados se comoditizan: las tecnologías están universalizadas, cualquier empresa puede manufacturar un refresco de cola, envasar una pasta, o fabricar un par de zapatillas deportivas con un elevado nivel de calidad y a un coste eficiente.
Conclusión: los productos se parecen entre sí como gotas de agua. Entre este maremágnum de ofertas que intentan captar nuestra atención y preferencia resulta imposible innovar, ofrecer algo sustancialmente nuevo y distinto.
Deja de buscar esa idea única que por sí sola te garantizará el éxito. O si crees haberla encontrado, deje de pensar que tienes un tesoro entre las manos. El éxito empresarial rara vez es una consecuencia directa de una idea genial, sino de haber desarrollado esa idea con un nivel de ejecución excelente.
¿Realmente es tan importante ser el primero en llegar?
El año que nací, Al Ries y Jack Trout publicaron en la prestigiosa revista publicitaria Advertising Age, una serie de artículos titulados “La Era del Posicionamiento”. Poco después reunieron estos artículos en un libro breve, conciso y potente, “Posicionamiento”, que aún hoy es una referencia de obligado estudio en escuelas de negocio, marketing y publicidad. Su tesis principal es que las marcas luchan por espacio en la mente de los consumidores. Hacerse con una posición en nuestros cerebros es el logro principal al que una empresa puede aspirar. Por lo tanto es imprescindible trasladar nuestra idea a la mente de nuestro público objetivo lo antes posible. Y desde luego antes que nuestra competencia: debemos intentar ser siempre los primeros en llegar.
Esta tesis ha sido cuestionada recientemente en la prestigiosa revista Sloan Management Review, editada por el Massachusets Institute of Technology. No existen demostraciones empíricas de que las primeras marcas en dirigirse a un determinado segmento u oportunidad de negocio, sean más exitosas que las que llegan un poco más tarde.
Algunos ejemplos de marcas exitosas que no inventaron nada
Google, Idealista.com, buyvip.com, Mercadona, Ipod son ejemplos de negocios y marcas con dos cosas en común. La primera es el éxito que han alcanzado. La segunda, el hecho de que sus buenos resultados no son consecuencia de haber inventado nada. Ni siquiera de haber sido los primeros en llegar, sino de haber materializado sus ideas mejor que sus competidores.
Así que no te vuelvas tan celoso de tu idea ni intentes protegerla a toda costa de los demás. Al contrario, dedica tu valioso tiempo a debatir esa idea con personas cualificadas.
Eso te ayudará a desarrollarla.
Y sobre todo lánzate cuanto antes. Una idea sin ejecutar es cómo un pozo vacío: solo sirve para asomarte y verte reflejado en el fondo.