Normal.
Lo dijimos hace unos días: la esencia de este reality de tantísimo éxito en los últimos años es la amalgama de la competitividad profesional de los participantes con el perfil del conductor del programa.
Por cierto, no me lo perdí, quería ver si realmente Luis Bassat cumplía en pantalla con lo que cabía esperar de él o mostraba alguna nueva faceta desconocida para el gran público. Pues no. Educado, cordial, pulcro en la palabra, pero sin nada demasiado interesante que decir salvo que Schweppes se recuerda mucho como marca porque es difícil de pronunciar ¿??? Vamos, como un osito de peluche.
Ni le llega a la suela de los zapatos a Donal Trump como empresario, ni como comunicador, ni su magnetismo es remotamente comparable al del magnate del peluquín rojo.
En su primera emisión ha alcanzado un 5,3% de share, bastante por debajo de la media de La Sexta, que es 6%. Y ni de lejos a la altura de los dos programas competidores de parrilla de Cuatro, su competidor más directo (Callejeros y El Hormiguero) que superaron ambos el 10%. Como referencia, el programa anterior en la Sexta, el Intermedio de Wyoming, obtuvo un 7,5%.
Según la mecánica del programa se despide a un candidato cada semana y quedan 15, o sea que en teoría nos queda Aprendiz para 4 meses. Lo dudo.
Es más, creo que le sobrevivirá Risto, que es quien convoca todas las críticas porque no deja títere con cabeza. Bueno, Risto tiene que lidiar él solo con todo el peso del programa G-20, que además es diario. Pero Risto es diferente, será borde, parcial y prepotente, pero desde luego no es gris, conoce su nicho como nadie y sabe explotarlo y no le tiene miedo a la cámara.
Telecinco resucita a manos de un incendiario como Risto y de Salvame en sus distintas versiones (normal, descafeinado, sin cafeína, qué se yo…) y La Sexta la caga por poner el pime trime a manos de un vejete publicitario politicamente correcto. Qué tiempos vivimos!!!