Leo que la Gioconda de Leonardo da Vinci cuenta desde 2005 con su propia sala privada en el museo del Louvre. Intentan proteger a la obra de las pedradas y los ataques con ácido (ambas cosas obligaron a restaurar el cuadro varias veces en el pasado).
Coincidiremos en que es una obra más bien fea. Tan fea que Giocondo, un mercante italiano que encargó el retrato de su esposa a Leonardo Da Vinci, no se lo quiso pagar y el cuadro se quedó en el taller de Leonardo hasta que fue encontrado a su muerte.
Otros cuadros del Louvre, por su contenido y su calidad, merecerían bastante más atención. Cito varios ejemplos que he tomado a boleo de la web del Louvre: La balsa de la medusa de Gericault,
"la libertad guiando al pueblo", de Delacroix
o el Concierto campestre de Tiziano (un amigo del colegio al que ahora veo mucho rebautizó a esta obra "merienda campestre" en el examen de Arte en COU). 😉
Reitero: la Gioconda es el cuadro más famoso del mundo, el que todos contestaríamos en una encuesta de top of mind. ¿Qué razones explican su popularidad si no es su especial maestría técnica ni el tema tratado?
La respuesta es que la Gioconda es diferente. La diferencia estriba en las tropecientas mil histórias -falsas o no- sobre la vida de la Gioconda y las causas de su enigmática sonrisa. Ya está. El enigma genera expectación y la expectación atención.
Esta afirmación encierra un aprendizaje para:
– quienes trabajan/trabajamos en pelearnos con la competencia para conseguir que sea nuestro producto y no el suyo el que los consumidores elijan,
– quienes trabajan/trabajamos en idear una comunicación diferencial para esos productos, que conduzca al interés, la prefencia y la compra por parte de los clientes.
Ser el mejor es imposible. ¿Quién es el mejor pintor de todos los tiempos? ¿Miguel Angel?, ¿Velázquez?, ¿Goya?, ¿Dalí?, ¿Picasso?
No pierdas tiempo en intentar ser el mejor, piérdelo en intentar ser diferente, ofrece algo de lo que realmente merezca la pena hablar, tanto si tienes un restaurante como un negocio de camisetas on-line.
Si no tienes nada de lo que merezca la pena hablar, no inviertas tu tiempo, ni tu dinero en ello.
Te lo dice alguien que ha caído en el error durante 3 años de su vida.
Saludos irreverentes.