Seamos sinceros: tanto los profesionales del sector como el ciudadano de a pie sabemos que la publicidad según la conocemos ha dejado de ser un vehículo apropiado para aproximar las marcas a nosotros, las personas.
- Primero porque el bombardeo publicitario cotidiano ha alcanzado un nivel intolerable para nosotros.
- Segundo porque los mensajes publicitarios han dejado de ser creíbles.
Poco a poco nos estamos dando cuenta de que los avances tecnológicos e Internet están de nuestro lado: por fin es posible cerrar la puerta al intruso que lleva toda la vida colándose en nuestra sala de estar sin permiso. - También somos conscientes de que nuestra atención es el bien más escaso para las marcas. El problema es que ya no son capaces de comprar esta atención con dinero a base de campañas multimillonarias. Naturalmente,todavía existen caminos para entrar en nuestras conversaciones, pero encontrarlos requiere grandes dosis de humildad para llegar a conocernos, imaginación para encontrarnos y de tiempo para ganarse nuestra confianza y enamorarnos.
- Un cóctel demasiado exigente para corporaciones sin tiempo y gestores de marca carentes de imaginación.
- El gran hermano, ese triunvirato empresarial/publicitario/mediático al que llamamos Big Brother es un gigante con pies de barro y tiene los días contados.
Exagero???
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