El «efecto Arguiñano» o cómo te cargas tu marca con tu publicidad.

¿Para qué sirve la publicidad?  ¿Qué debemos esperar de ella verdaderamente en los tiempos del diálogo digital, la saturación publicitaria, la diáspora y el escepticismo de las audiencias…?

Perdonad una pregunta aparentemente tan obvia.  Aparentemente.  Mi opinión es que el estruendo de este tsunami de cambio no ha evitado que nos durmamos.  Y en medio de este sopor,  hemos perdido la perspectiva de cuándo nuestro trabajo como comunicadores de marca puede resultar útil a una marca… o cuándo lo que le «vendemos» a esa marca equivale a hacerles tirar el dinero. 

¿Publicidad leal, veraz, honesta y legal? WTF???

En el sector ensalzamos la publicidad como una comunicación natural, casi ecológica, que el consumidor asume encantado como parte de su vida. Esto era así hace 40 años… cuando en casa había solo dos canales de TV, cuando el «Un, dos, tres…» convocaba cada viernes a más audiencia que el gol de Iniesta en la final del mundial, cuando el hecho de estar en TV confería a las marcas anunciantes un halo de prestigio.

Pero los tiempos han cambiado.

Hoy, con más de 100 canales en cada hogar español, que la publicidad deba ser leal, honesta, veraz o legal es algo que sobreentiende (como el valor en el ejército). Pero está muy lejos de ser el reto principal de la industria.