San Miguel 0,0: ¿por qué crear una ficción publicitaria en vez de mostrar la realidad?

Los que seguís el basket habréis visto este spot de San Miguel 0,0 hasta en la sopa durante los partidos de la selección,

Divertido, no se puede negar. 

Pero mirad este vídeo doméstico que tiene más de 50 millones de visitas en Youtube,

Efectivamente es el clip de Jill y Kevin, una pareja americana que se hicieron famosos en la red con el vídeo doméstico de su boda.

San Miguel 0,0 toma prestada la idea para su campaña "esta es una historia real".  No critico el hecho de "tomar prestada" una historia de Internet.  Pero renunciar a la espontaneidad del vídeo original y sustituirlo por la artificialidad de una peli rodada con una coreografía / casting / peluquería / fotografía y sonido impecables es cercenar el potencial de la idea. 

Por si acaso alguien de San Miguel o de su agencia se pasa por este blog a contarnos que Javier y Sandra (los personajes de su spot) sí son reales, anticipo que no lo pongo en duda.  Lo que no me imagino (yo que me he casado de momento una vez ;)  es a Javier y a Sandra tan bellos y bronceados el día de su boda, sin que se les mueva un pelo, bailando que te cagas, y más pendientes de salir bien en un anuncio que de contraer matrimonio.

E.d., será una historia real, pero no lo parece.  Tampoco me dedico a elucubrar cómo, dónde o cuándo lo rodaron, así que si alguien nos lo quiere contar, es más que bienvenido.

¿Por qué no haber llamado a Jill y a Kevin pidiéndoles permiso para utilizar la película?  A buen seguro les habría resultado más barato… y más impactante.  ¿Acaso no se necesita impacto para contrarrestar los bostezos que provocan los bloques de publicidad de hasta 6 minutos?

Alguien pensará: claro, es que lo de Jill y Kevin no suena bien, la imagen se mueve y algunos bailan como patos mareados.  ¿Y?????  ¿Acaso los mejores recuerdos que tenemos por ahí grabados no fueron grabados en cámaras domésticas? ¿Y no es aceptable esa calidad para recordarlos?  ¿No son así nuestros vídeos?

¿Por qué las marcas se empeñan en seguir a pies juntillas toda una rémora de corsés en su publicidad?   (Si quieres leer más en este artículo enumero un puñado de corsés).

¿Por qué las marcas no son más naturales?

¿Por qué han de utilizar un lenguaje específico para ellas: engolado, efectista y dulzón hasta el empacho?

¿Acaso no deberían adaptar su lenguaje al de los consumidores, teniendo en cuenta que somos nosotros los destinatarios de estos mensajes?

¿Por qué no reírse de sí mismas para parecer más humanas y así acercarse a nosotros?

Porque no quieren correr el riesgo.  Por eso es preferible ser políticamente correcto -aunque menos estimulante- con tal de no exponerme a ser criticado por romper los códigos de mi categoría.

Un buen resumen de lo que trato de decir es la segunda parte del vídeo de Jill y Kevin, realizado esta vez con medios pseudo-profesionales.

¿A que ya no da el pego?

Saludos irreverentes.