Hace unos días escribí (la cagué escogiendo el día – a juzgar por la caída en el número de visitas, la mayoría de vosotros debíais estar de vacaciones o casi, en fin es lo que tiene ser un blogger imberbe…) un post donde hablo sobre la importancia que tiene fabricar un producto excelente, muy por encima de contar cualquier historia original-ocurrente-creativa sobre él.
Acabo de releer un bookmark que había guardado con una entrevista al máximo responsable de Crispin, Porter y Bogusky (posiblemente la agencia con mayor reputación creativa -ejem- de Estados Unidos: Nike, Volkswagen, Gap, el reposicionamiento de Burguer King…). Opina como yo (o yo como él): "creo que el futuro de la publicidad son excelentes productos que lleven excelente marketing incrustado dentro de ellos mismos". Y finaliza diciendo que "el buzz no lo crean los canales sino las ideas".
¿Cuánto tiempo habré perdido en mi carrera ayudando a crear anuncios anodinos?. Pintando de rosa la cara pálida y mortecina de productos agonizantes. Qué bien me hubiera venido concentrar mis pocas neuronas en desarrollar nuevos productos de los que realmente mereciese la pena hablar.
Starbucks no necesita publicidad:
– porque de Starbucks sí merece la pena hablar (aunque sea mal),
– Starbucks es diferente,
– ha logrado una presencia casi ubicua en el centro de Madrid en un tiempo record. Porque a diferencia de EEUU y otros países europeos, lo ha hecho en España a pesar de un país con una notable cultura cafetera.
– es o no sorprendente que paguemos 3,50 eur por un café con un chorro de sirope servido en un vaso de cartón de burguer…?