Zapeando entre esos canales insulsos de la TDT que no veo nunca, me encuentro con un spot de Nescafé Green Blend, un nuevo producto que mezcla el café tostado de siempre y el café verde. Al parecer, gracias a una nueva tecnología propiedad de Nestlé, por primera vez es posible disfrutar el aroma y sabor del café tostado y las propiedades antioxidantes del café verde, que sin ese tratamiento especial nos sabría a rayos.
Me interesa este producto porque heredé de mi madre la cafeinomanía: es raro que el día que no me tomo cuatro o cinco cafés. Pero es que además este nuevo producto me hace simpatizar con una marca de fabricante. Y me sucede poco.
En mi post de ayer mostraba mi desacuerdo con unas declaraciones del presidente de Coca-Cola que acusa a las marcas blancas de competencia desleal al tirar los precios.
El argumento es erróneo. La guerra del precio simplemente no es la guerra que debe librar una marca como Coca-Cola o Nescafé. Quizá si malgastasen menos dinero en publicidad estéril (la de Coca-Cola frecuentemente nos hace sonreir pero no tengo muy claro si está más cerca del arte o de la persuasión comercial), y más en nosotros, los clientes, tendríamos más Nescafé Green Blends que buscar con curiosidad en el super. Saludos irreverentes.