Hoy se ha producido la mayor subida en el IBEX 35 de toda su historia: un 14,4%.
Los analistas se debaten en tropel en busca de una explicación empírica a un estallido de tal calibre. Yo dudo que esa explicación exista. Ni siquiera quienes inventaron el sistema bursátil actual (o más bien sus nietos) saben explicarlo.
Porque explicarlo equivaldría a descrifrar el detalle de cómo funciona nuestra mente: cuándo creen los inversores al gobernador del Banco Central Europeo o no, cuándo pierden los nervios, cuándo especulan, cuándo hay que seguir el movimiento iniciado por un inversor más grande y cuándo no, cuándo se cagan de miedo y prefieren conservar sus posiciones…
Pienso que en el mundo del consumo sucede algo muy parecido. El Marketing se parece más a un Arte (una visión personal y subjetiva que interpreta la realidad) que a una Ciencia exacta, ya que su principal objetivo es anticipar y satisfacer las necesidades de los consumidores.
Y los consumidores somos personas.
Y las personas no somos clones. No siempre es fácil (más bien siempre es difícil) predecir nuestro comportamiento, expuesto a un maremagnum de estímulos externos procedentes de la publicidad, los productos en sí mismos, nuestros allegados, etc. Las variables son demasiadas.
Más bien el trabajo de Marketing se parece a una carrera interminable por recopilar la máxima información disponible, para poder tomar la mejor decisión posible. Interminable porque nunca llegamos a la meta. Porque la mejor decisión simplemente no existe: el consumidor nunca va a responder al 100% como esperábamos.
El comportamiento humano es impredecible. Lo mejor que podemos hacer es:
a) intentar parir productos excelentes, medianías ya hay suficientes en el mercado,
b) comunicarlos de la manera más sencilla posible,
c) facilitar la conversación sobre nuestro producto,
d) estimular, fidelizar y retener a todo aquel que se acerque a nuestra marca.
Casi nada, lo sé…
Saludos irreverentes.