Como muchos sabéis durante cuatro años he estado luchando con un nuevo concepto de hostelería fast & natural que tuvo su punto álgido con tres restaurantes en Madrid pero que la crisis nos obligó a abandonar hacer más de un año.
Hoy paso por delante de una conocida heladería de la calle Alberto Aguilera, y veo que -imagino en un intento de recuperar los ingresos que han perdido por otro lado- amplían su oferta de siempre (helados, bollería, cafés, copas…) incorporando ¡ensaladas!
Reflexiono sobre las razones que nos llevaron a salir de nuestra "mini-cadena" y una imagen que siempre me viene a la mente es el modelo de las 5 fuerzas de Michael Porter. Las fuerzas de las que al final depende (además de tu propia gestión) que tengas éxito o te pegues la galleta.
Si tuviera que escoger entre las 5 la que más determinante resultó en que nuestros ingresos declinaran, sin duda es la "amenaza de productos y servicios sustitutivos". Me explico: la ensalada es un plato único perfecto para quien come fuera de casa: rápido, sano, equilibrado y barato. Es y seguirá siendo un segmento incipiente en fast food pero quien lo quiera explotar en el futuro deberá cuidar y sofisticar la ejecución al máximo. Porque existe un sustituto perfecto y que vale una mínima parte: el tupperware. Nada más apropiado para preparar en casa y llevármelo a la ofi: fácil, rápido y además no hay que recalentarlo.
La crisis ha desarrollado el fenómeno del tupperwaring. El que piense que ofreciendo ensaladas rápidas va a ampliar su base de clientes lo lleva más crudo que la lechuga.