Como en tantos órdenes de la actividad empresarial los anunciantes tienen ante sí dos vías de actuación diametralmente opuestas:
1. Hacer lo que hace todo el mundo: utilizar los canales convencionales donde están todos los demás anunciantes, utilizar el mismo tipo de mensajes intrusivos y repetirlos incansablemente hasta que se acabe el dinero. CONSECUENCIA HABITUAL: irrelevancia, atonía, ineficacia.
2. Descontextualizar el impacto: buscar otros canales no saturados donde la marca sí sea percibida. E intentar que además el canal en sí contribuya a construir nuestra imagen (¿recuerdas aquello de "el medio es el mensaje"?. Esto me lo encontré en la fachada de una peluquería de Chueca hace unos días: una botella gigante de ed. limitada de Absolut Vodka Rock Edition. Puntazo. CONSECUENCIA HABITUAL: el director de marketing piensa que a la agencia que lo propone se le ha ido la pinza. Cuando por fin se lanza la campaña, la marca sale ganando, porque sobresale, crece, se hace más aspiracional y se integra mejor en nuestra vida(los consumidores vivimos en casa y en la calle, no en las vallas 8×3).
Y la gente habla de ello en la calle. Y en internet. Casi nada…